martes, 11 de noviembre de 2008

Asalto de la 4ta. columna argentina a Curupaytí, 1898


Análisis de una obra de Arte Argentino.
Asalto de la 4ta. columna argentina a Curupaytí, 1898
Candido López
Óleo sobre tela, 50,3 x 148 cm.
Colección Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires.

Análisis Pictórico de la obra:
Es una pintura con formato apaisado, en proporción uno a tres; en la que se observa un paisaje extenso con poca vegetación, si dividimos al cuadro en dos partes con una diagonal descendente, vemos un conjunto de miles de hombres en la mitad inferior e izquierda, mientras en el lado opuesto se ve el río atravesando casi oblicuamente, coincidiendo con la diagonal descendente, en el fondo y a la derecha del cuadro vemos una arboleda que enmarca dicho lado.
La línea del horizonte es alto, lo que da la sensación de lejanía, de terreno extenso y a su vez una cierta cercanía de los soldados en la guerra. En la lejanía se ve una serie de nubes de fuego como consecuencia de los incendios producida por los bombardeos.
El formato apaisado y el horizonte alto utilizado por López ,nos da una vista panorámica, efecto muy usado en la fotografía.
Otra característica del cuadro es la miniatura de los personajes pintado por Candido López, pareciendo miles, mientras se distribuyen abajo y a la izquierda del cuadro, otorgando la sensación de multitud y a su vez de extensión del territorio. Parece poder ver detalles de los soldados, de los caballos y sus posiciones.
Los colores utilizado en esta pintura, son colores pasteles, desaturados, es decir una paleta baja; en tonos verdosos, dado por la vegetación y colores sienas o tierra rojiza, para la superficie del terreno, en los soldados utiliza el color negro para el traje, con pocos elementos o detalles de color rojo; para el cielo utiliza celestes, blancos y grises , otorgándole cierta teatralidad a la escena, pero sin perder la compostura, como si estuviera todo colocado en un orden preciso. Lo que hay que destacar es la utilización de pequeños empastes de óleo, destacando determinados detalles o color en esta obra, dándole cierta textura.
Otra característica es que los soldados vivos no tenían boca y ni ojos, en cambio los soldados muertos tenían rostro, que se puede ver en otros cuadros.


Iconología:
Esta pintura representa especificamente la Batalla de Curupayty, una de las tantas batallas de la Guerra de la Triple Alianza, en donde la Nación Argentina, representada por el Presidente Mitre, se enfrenta a Paraguay junto con Uruguay apoyado por Venacio Flores. En la que interviene Brasil, en apoyo al ejercito argentino y uruguayo.
Es en esta batalla, el 22 de septiembre de 1866, Candido López como soldado pierde su brazo derecho, en la que debe ser amputada por principio de gangrena. Por la que el pintor realizó todas sus obras al oleo con la mano izquierda, que previamente habia realizado croquis estando en batalla . Participa en la misma al enterarse que Paraguay invade Corrientes, porque quiere acceso al mar.
Porque Candido López pintó a los soldado vivos sin rostro a diferencia de los soldados muertos en batalla que si tenían rostro? Sería que los soldados muertos deberían mirar frente a frente a la muerte, a diferencia de los vivos que no hablaban y ni miraban hacia adonde iban ó no se daban cuenta de lo que estaban haciendo, convencidos por luchar para la Patria .

Cándido López (1840-1902).
Cándido López nació en Buenos Aires en 1840. Fue pintor y fotógrafo retratista. Estudió con el argentino Carlos Descalzo, retratista y fotógrafo del que se conociéndose pocos datos, luego pasó por el taller del italiano Baldasarre Verazzi, pintor y muralista, que había llegado a la Argentina en 1853. Durante los años sesenta conoció la obra de Ignacio Manzoni, otro artista italiano que había llegado a nuestro país, y en lo que se inspiró para realizar sus cuadros de batallas muy común en la época.
 Entre 1859 y 1863 viajó frecuentemente por el interior de provincia de Buenos Aires, realizando retratos al daguerrotipo y algunas pinturas en Mercedes, Bragado, Chivilcoy, Luján y Carmen de Areco, y estableció una sociedad con el fotógrafo Juan Soulá.
Hay que tener en cuenta los años de trabajo y formación como fotógrafo, que son importantes para apreciar su obra posterior como pintor. En donde se puede apreciar el manejo de encuadres, las maneras de relatar y un minucioso interés por la descripción de la realidad, tanto en sus cuadros de batallas como en sus naturalezas muertas. López quería mostrar no solamente su decisión de documentar la verdad histórica sino además su oficio como pintor académico que se debió al ojo adiestrado durante su experiencia como fotógrafo. En su comienzo López había ocupado una sala en el Museo Histórico Nacional como el pintor-cronista de la Guerra del Paraguay y su obra había sido considerada sólo por su valor documental.
 Después de realizarse una muestra en el Museo Nacional de Bellas Artes cambia el interés por su obra y posterior recepción de sus trabajos se produjo un giro sustancial, incluyéndolo en la Historia del Arte de la Argentina. En 1963 los descendientes del pintor donaron al Museo Nacional de Bellas Artes un conjunto excepcional de sus cuadros de batallas, pintados entre 1891 y 1902, y su Autorretrato de 1858. Donación que fue aceptada cinco años después y fue presentada al público en 1971, realizándose la primera exposición dedicada a Cándido López en un museo de bellas artes.
Estando en San Nicolás cuando comenzó la Guerra de la Triple Alianza: Brasil, Argentina y Uruguay contra Paraguay. Cándido López decidió participar en varias de las batallas incluso estuvo al mando de una compañía. Durante la batalla de Curupaytí, en septiembre de 1866, un casco de granada le hirió la mano derecha. Evacuado con otros heridos hasta la ciudad de Corrientes; para evitar la gangrena, tuvieron que amputarle el antebrazo.
 El artista-soldado había realizado durante la guerra docenas de apuntes a lápiz en sus libretas con croquis de uniformes, paisajes, batallas, campamentos y anotaciones con descripciones detalladas de los acontecimientos a la manera de partes militares. Tiempo después utilizó este material para desarrollar su serie de cuadros sobre la Guerra del Paraguay, pintados con la mano izquierda. Durante varios años Cándido vivió en un campo cerca de San Antonio de Areco, dedicado a ilustrar los inicios de la guerra que él mismo había presenciado.
Para desplegar las escenas de las batallas, los movimientos y desembarcos de las tropas y la vida en los campamentos, el pintor eligió sobre todo un formato muy poco usual de telas muy horizontales, en una proporción de uno a tres, que le permitía narrar con todo detalle acciones múltiples y simultáneas y describir los escenarios naturales en que transcurrían los episodios. Al mismo tiempo, optó por puntos de vista altos que extienden aún más la profundidad de las perspectivas, pudiendo desarrollar las acciones bélicas en superficies de terreno que se prolongan extensas hasta las líneas de horizonte ubicadas en la parte superior de los cuadros.
 López trabaja todas las imágenes con el detalle de la miniatura aplicado a obras, sin embargo, de gran tamaño. Crea estructuras pictóricas simples y firmes entre los planos de tierra y de cielo y las construcciones de los campamentos y las presencias de ríos, esteros, árboles y montes. Se trata de cuadros armados sobre el valor de la narración total y de los fragmentos, y sobre su veracidad documental.
 El proyecto original del artista, según noticias de su familia, era realizar un ciclo de noventa óleos, de los que llega a pintar poco más de cincuenta. Para Cándido el mérito fundamental de su obra estaba en la fidelidad con que representaba los episodios de la guerra. No sólo fue contemporáneo de pintores como Eduardo Sívori, Angel Della Valle y Ernesto de la Cárcova, sino que vivió durante los, años en que se organizó la escena artística nacional con el surgimiento de la crítica especializada, la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, el Museo Nacional de Bellas Artes, las galerías de arte; las exposiciones, el coleccionismo y la organización de la enseñanza, la crítica y las becas de estudio al exterior. Sin embargo, el "manco de Curupaytí" no participó de esta explosión del medio artístico que se estaba dando en la Argentina, junto al cambio socio político que se estaba dando con la gente de la generación del 80, siguió trabajando aislado en su ciclo central de la Guerra del Paraguay. El mismo no se consideraba un pintor, su afán era reproducir fielmente los hechos ocurrido en la guerra. Su reconocimiento como uno de los principales pintores del siglo XIX llegó muchos años después.
Todo este trabajo realista de Candido López realizado en el Guerra de la triple Alianza se encuentra fundamentado en la fotografía hechas en ese momento por un reportaje grafico hecho por Esteban García de Uruguay .

Correlato con la fotografía especialmente con el Daguerrotipo.

El uruguayo Esteban García, enviado por la Casa Bate & Cía. de Montevideo, realizó memorables imágenes que se conservan en la Biblioteca Nacional, en Montevideo. estuvo acompañado por un grupo muy reducido de ayudantes. Se comercializaron varias carpetas conteniendo apenas diez fotografías. Una de estas fotografías es muy similar a un grabado del libro Álbum de la Guerra del Paraguay del general J. I. Garmendia editado en el año 1893, por lo que consideramos que le sirvió de modelo al grabador. Las fotografías nos revelan el abandono y pobreza de esos desgraciados prisioneros. No es menos conmovedora la imagen en la que yace el cadáver del coronel Palleja, en una improvisada camilla, rodeado por los soldados de la división Oriental: cuatro hombres con sus fusiles de chispa conforman la guardia de honor, mientras el resto de la tropa despide al comandante muerto. El juicio de los resultados obtenidos por E. García es más admirable si consideramos las limitaciones técnicas en la fotografía de esos años: en una carpa que funcionaba como cuarto oscuro, bajo un clima cálido y húmedo, las placas de vidrio eran sensibilizadas con colodión momentos antes de hacer las tomas y reveladas inmediatamente después, antes de que la emulsión se secase. La autonomía del fotógrafo estaba limitada al espacio próximo al lugar donde se instalaba la carpa-laboratorio. En una de las imágenes, el mangrullo, se aprecia el cuarto oscuro portátil empleado en la guerra y sobre una de las lonas se lee claramente Bate & Cía. Desde un punto de vista estrictamente iconográfico las pocas copias que han resistido el paso del tiempo sorprenden por la calidad de su elaboración, el cuidado en los encuadres y la sorprendente elección de los temas. También las acuarelas que realizó de la misma guerra Adolfo Methfessel, sirven de testimonio. Del trabajo de Esteban García se conserva en la Biblioteca Nacional del Uruguay una impecable colección de copias originales -contactos de placas de 24 x 30 cm- en un registro carente de condicionamientos donde la posible simpatía del autor hacia los ejércitos aliados no trasciende a las imágenes que, además, llegan a convertirse en un testimonio cruel de los hechos. La Guerra Ilustrada de Esteban García es, además un documento de referencia único para comprender los alcances, el carácter de la lucha y las condiciones de la época. 


Conclusión:
Podemos apreciar el trabajo de Candido López, que había tomado fotografías y había hecho dibujos previos a realizar sus pinturas, tenemos que aclarar que fue posterior a que le amputación de la mano derecha como consecuencia de una granada durante la guerra.
En sus distintas obras utilizó puntos de vistas alto como se realiza en una toma fotográfica. A su vez tuvo en cuenta ciertos encuadres, otorgándole un cierto dramatismo en sus pinturas de batallas. Haciendo referencia a lo dicho Mitre en una carta: "Sus cuadros son verdaderos documentos históricos por su fidelidad gráfica y contribuirán a conservar el glorioso recuerdo de los hechos que representan". Sin embargo, pasarán muchos años para que al "manco de Curupaytí" se lo reconozca como artista; también hoy habría que reconocerlo como uno de los primeros reporteros gráficos de nuestra historia. Podemos decir que Candido López nos ha dejado un legado histórico-cultural y artístico. Esto también lo confirma una nota publicada en El Nacional en la que decía. “Es admirable la fidelidad histórica que capea en los cuadros del Sr. López, trajes, armas, paisaje, todo coincide rigurosamente con la realidad” . Que se puede acompañar con un libro de Esteban García de Uruguay en La Guerra Ilustrada, pinturas del paraguayo Garmendia que se aprecian en su libro El Álbum de la Guerra del Paraguay. Gracias a ellos tenemos documento histórico y artísticos relacionado con esta guerra, cada uno con sus puntos de vista desde lo político y social.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Una vuelta a nuestros orígenes.


Neocriollo 2003-2006 es una obra realizada por Mónica Girón, ella es patagónica por naturaleza, nacida en San Carlos de Bariloche, Río Negro. Mónica realiza esculturas en cera y otros materiales. Las obras de Girón muestra una cierta vuelta a lo primitivo, pero que no solamente hace referencia a los aborígenes de la zona, sino a nuestros orígenes como seres humanos, inmerso dentro de una civilización en evolución como es nuestro país.

El termino Neocriollo, si desdoblamos la palabra para buscar un significado, la separamos en dos: Neo que quiere nuevo o vuelta a lo anterior pero con una nueva mirada e incorporando lo aprehendido, Criollo, es lo nuestro lo autóctono, es la conjunción del indígena con el español, en tanto como raza y cultura. Son las primeras raíces que dieron fruto a una nueva comunidad, a nuestro país, “la Argentina”.

Es llamativo el material que usa para realizar la obra, como la cera; un elemento natural, de fácil acceso por cualquier comunidad, muy dúctil para trabajar a diferencia del mármol, del bronce, que clásicamente se ha realizado esculturas desde los griegos; parafina y resina de retama, mdf, metal y tela. Estos materiales nos remite en cierta forma, a las vanguardias de los años 20 y/o las neovanguardias de la posguerra, que miraron las culturas no occidentalizadas, buscando lo primero, lo primitivo en cuanto a evolución cultural, rechazando así el academicismo, a la industrialización y el capitalismo que nos llevó a dos guerras mundiales. Quizás aquí tenga otro significado, es una nueva mirada hacia nosotros mismos, rescatar lo autóctono y crear una cultura nueva, un lenguaje nuevo a la manera de Xul Solar, en donde simplifica y hace mas entendible el lenguaje a partir de la fonética, teniendo de base al español, portugués y algo de guaraní. Hay que tener en cuenta cuando la artista realizó esta obra, coincidió con el periodo posterior a la crisis económica de nuestro país, 2001. En el cual la mayoría de los argentinos se encontraban inmerso en una gran incertidumbre, tanto política, social y económica. Muchos migraron en busca de buena fortuna.

Si observamos la escultura , vemos un conjunto de hombres y mujeres y niños, unidos por una malla o red, o que están todos pegados entre, pero a su vez podemos notar que cada uno quiere separarse de la unidad. Es para ser rodeada como las esculturas barrocas. Nos muestra que todavía nos encontramos indiferenciados, en ese magma indiferenciado, en el uno primordial niztcheano, o quizás es la búsqueda de una identidad que no podemos lograr como pueblo, como nación. Siempre mirando hacia fuera, hacia los países del primer mundo, nunca lograremos este propósito. Es como si estuviéramos arrojados al mundo y no logramos ser en el mundo, el dasein. En cierta manera podemos plantear un cierto existencialismo semejante a los artistas europeos de la posguerra.